Rutas

Paisaje patagónico al borde de la 25
Me dijeron que para tomar la ruta 25 desde Trelew a Esquel, me preparara para aburrirme y encontrarme con una ruta en la que no había exactamente nada, salvo el desvío que se podía hacer a Playa Unión y el paseo obligado por Gaiman, pueblo famoso por haber recibido a Lady Di en una de sus casas de té.  Lo cierto es que luego de visitados esos lugares de rigor y también haber tomado Dolavón —otro pueblo que nos habían recomendado para ver unos molinitos de agua—, iniciamos propiamente el recorrido.
Era el día más ventoso que nos pudimos encontrar. El el único paisaje que encontramos al comienzo eran las nubes, el calor y la tierra que volaba por todos lados. Pasamos Las Plumas donde paramos a tomar agua del río Chubut —tengo la costumbre de probar todos los ríos—, y lentamente nos fuimos sumergiendo en el paisaje de “Los Altares”.
En principio era una amplia meseta sembrada de arbustos, que paulatinamente se iba arrugando. Una que otra loma o alguna piedra sobresalían de tanto en tanto. Pero a medida que avanzábamos hacia el oeste, las piedras crecían más y más y no solo nos iban rodeando sino que hasta generaban la impresión de que convergían sobre la ruta, cercándonos. A veces el río les mojaba las plantas o a veces, nos quedaba zigzagueante al costado, por lo que el acoso paisajístico era de una complicidad extrema. Curvas, contracurvas, bajadas cortas y subidas, pueblos fantasmas de nombres muy inusuales —“Cajón de ginebra chico” y “Cajón de ginebra grande” fueron los más raros que encontramos sobre el final del trayecto— y viento. Su zumbido entre las rocas nos incitaba a contarnos anécdotas de aparecidos, bandoleros o fantasmas.
Los Altares
No había otros vehículos sobre la ruta. Solamente al llegar a las estaciones de servicio los encontrábamos como salidos de la nada —vimos un camión que transportaba peces en su contenedor, tenía unas ventanas minúsculas por donde asomaba el cardumen—. Buscando una analogía que le cuadrara a esa ruta, la única que se me ocurrió fue con la vida misma. No con todas las vidas, con la mía. Creo que todos tenemos una ruta por ahí que si prestamos atención, nos clarifica acerca de quiénes somos.

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