Paisajes humanos

Noruego en San Isidro (Salta)
El hecho de empezar a viajar hace que conozcamos personas distintas. No sé si la disposición del viaje o la disposición de una, hace que estos encuentros estén fuera de la inminencia de las obligaciones o el estrés y por eso hay más apertura para conocer más del mundo. Fuera de los paisajes —que modifican radicalmente nuestra visión de la geografía—, las personas son una paleta de culturas que generan exactamente el mismo efecto. ¿Qué quiero decir? Que las conversaciones empiezan intercambiando datos y esas cosas: cómo llego a tal lugar, dónde se puede comer, o de dónde son, cuántos días viajan, a dónde van a ir, lo que sea. Pero en estas respuestas, se entrevé parte del mundo que habitan en coexistencia conmigo, pero que son mundos radicalmente distintos. Se trate de viajeros o lugareños, son tan fascinantes como los paisajes en sí.

Colla a la entrada de Iruya (Salta)
Siempre que vuelvo de un viaje miro las fotografías y recuerdo los lugares o la aventura. A las personas las traigo grabadas en el alma. Se dice que nuestros ojos son las ventanas del alma. Se me ocurre que las personas entonces, somos las ventanas del mundo.

0 comentarios: