Las mulas

Con mi hermano habíamos saltado una tranquera y nos habíamos puesto a caminar a campo traviesa por tierras privadas. Había un vado y sobre él, vimos dos mulas, que mi hermano asoció con perros. “Mirá dos perros”, me dijo, pero yo le dije que eran mulas, porque para perros eran muy grandes.
No nos preocupamos porque estaban del otro lado del vado y era un tramo empinado como para que quisiesen acercarse. Seguimos caminando como si nada, pero en cuanto volvimos a mirar en dirección a las mulas, notamos que estaban pendientes de nuestros movimientos, y que al mirarlas, se decidieron nomás a seguirnos.
¿Qué hacen las mulas? nos preguntamos. Ni idea, tal vez den topetones. El hecho es que sin ponernos de acuerdo empezamos a caminar hacia el lugar por el que habíamos saltado el alambrado, y las mulas empezaron a acortar distancias. Nos pusimos a trotar y también ellas. A lo lejos vimos el alambrado. Idiotas de nosotros, nos metíamos por caminos que pensábamos que las mulas no iban a poder seguir, pero mientras más nos deteníamos para complicarles el camino, las mulas más distancia acortaban. En un momento sentí en la nuca la respiración de una de ellas y no me atreví a voltear, creo que ya entonces corríamos como flechas. El alambrado estaba más cerca. Mi hermano me empezó a putear porque yo de los nervios cantaba y me dijo que ahí estaba el alambrado, que me callara de una vez. No sé cómo estuve del otro lado antes que él, a pesar de que cuando lo habíamos pasado por primera vez, yo había tardado porque estaba muy alto. Mi hermano pasó y me buscó por donde andaban las mulas, pero yo le toqué el hombro y nunca entendió cómo había hecho para saltar. Yo tampoco. Empezamos a caminar para regresar al campamento. Las mulas nos siguieron tras los alambres hasta perdernos. Al año siguiente saltamos otro alambrado, pero aunque esta vez había vacas, no pasó nada…

Foto que bajé de Google, las fotos de ese viaje se me perdieron...

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