Snorkel en Playas Doradas

No estaba para meterse al agua, pero al menos el clima estaba para poder sacarse la campera y tomar sol. Habíamos ido a eso. Porque cada fin de semana largo, busco algún lugar para ir que tenga la particularidad de no concentrar gente. Así que propuse Playas Doradas, veintiocho kilómetros de Sierra Grande, por un camino de tierra con serruchitos.
Mi amiga y yo llegamos el sábado al mediodía porque hicimos noche en Pomona, muy lindo camping. Fiel a mi pronóstico, en Playas Doradas no había un alma. Agotados todos los temas de conversación y la “puesta al día”, a las pocas horas con mi amiga ya estábamos sin saber qué hacer. Y entonces llegaron. Un contingente con más o menos diecinueve buzos hombres y cuatro mujeres buzos también. Y, piolas los flacos, nos dijeron, vénganse a la playa y les prestamos unos snorkels y hacemos apnea. Fuimos, con el clima como mencioné al principio.
Yo arrugué. El agua estaba muy fría. Pero mi amiga que no sabe nadar, ya estaba con el visor y el snorkel puesto en medio del agua. Yo tenía el agua a la cintura y dije, definitivamente me vuelvo. Pero ya me había agarrado una ola y listo, me dijo el flaco, ya estás empapada. Y bueno, me terminé de meter.
Debo decir que ellos tenían trajes de neoprene y tal vez su intención de ser hospitalarios fue lo que los incitó a que los siguiéramos. Después en verdad, averigüé que no; su intención era que tuviésemos la experiencia del buceo, actividad que Gabriel, que fue quien nos invitó, ama y se fanatiza al punto de ser el tema de conversación de todas sus charlas. El hecho es que se veían puras algas, porque al estar sin traje, tampoco nos podíamos alejar más allá. Y me encantó. Adoro el agua y me encanta nadar y la verdad, me hubiese gustado poder adentrarme más. Una vez que se me pasó el frío inicial, no tenía ganas de salir. Pero por precaución, estuve solamente diez minutos.
Al otro día, ellos fueron a una restinga donde se concentran peces y animales marinos –me nombraron unos cuantos pero no me los acuerdo–. Con un bote avanzan un poco más y se tiran siguiendo una soga. Nos contaron que el sábado habían nadado con lobitos marinos, que primero se les acercaron temerosos y después de que les tiraron unos mordiscones como para enterarse qué eran los buzos, entraron en confianza, razón por la cual el último grupo no se los pudo sacar de encima. Confianzudos los lobitos.
 Me quedé con ganas del buceo. Empezaré comprándome un snorkel.


Estas fotos me las pasaron los chicos por el Face

3 comentarios:

peconpol dijo...

¡Gracias Fabiola por tu publicación! Mi nombre es Ricardo y soy uno de los locos con los que te cruzaste en Playas Doradas. Te cuento que si en la costa, con snorkel y viendo solamente algas te gustó la experiencia, no sabés cómo te va a encantar hacer el curso de buceo. Cuando te decidas, en Mar del Plata el C.A.S.E. (el club que nos reune a los que fuimos al sur) te espera. ¡Un beso!

Gabriel dijo...

Hola Fabiola, que bueno que te haya gustado y lo hayas disfrutado. Ojala tengas la posibilidad de hacer el curso. Se te va a abrir un nuevo mundo. Te mando un beso desde Mar del Plata.
Gabriel.

Fabita dijo...

Gracias chicos! Lo más cercano por acá es en Neuquén. Aunque conozco gente que aprendió en Roca, con un instructor que creo que ahora se fue para sus lares.
Yo también hice snorkel en Bonito, Mato Grosso y estoy planeando ir a los cenotes, aunque todavía no consigo acomodar el laburo. Pero sí, definitivamente me voy a comprar un snorkel para este verano, en que pienso volver a los lagos del sur.